Un emocionante cuaderno de bitácora

Hace exactamente 500 años, una expedición de cinco naves partió de Sevilla con el objetivo de llegar a las islas Molucas navegando hacia el Oeste. Tras el descubrimiento de América, 27 años antes, se había llegado a la conclusión de que la Tierra era redonda, por lo que había que explorar el mar que se encontraba al Oeste del continente americano e intentar llegar a las Indias Orientales por esta ruta.

La expedición fue organizada por la Corona de Castilla. El emperador Carlos I encomendó a Fernando de Magallanes como capitán general de la flota la busca de un paso al Mar del Sur por Sudamérica y, si lo encontraba, la navegación de este desconocido mar hasta arribar a las islas Molucas, donde se producían las apreciadas especias.

 
 

Estatua de Juan Sebastián Elkano ubicada en Getaria (País Vasco, España), su localidad natal.

Una vez descubierto el paso al Mar del Sur la flota atravesó el nuevo mar y alcanzó Asia. Magallanes murió en combate en Filipinas y la expedición, muy mermada de hombres y barcos, terminó reducida a una sola nao -La Victoria- al mando del vasco Juan Sebastián Elcano. Éste decidió realizar el viaje de regreso siguiendo rumbo Oeste en vez de hacer el tornaviaje por el Pacífico. Evitando tocar tierra para no ser apresados por los portugueses la expedición llegará a Sevilla tras más de 3 años de viaje el 8 de septiembre de 1522 con 18 tripulantes, tres indios de las islas Molucas y una sola nave.

Dos hombres dejaron constancia escrita de este viaje, ambos sobrevivieron y regresaron a Sevilla. Antonio Pigafetta era natural de Vicenza (Italia) y embarcó como supernumerario haciendo labores de traductor y cartógrafo, recogió los pormenores de la ruta en su obra Primo Viaggio intorno al Globo Terracqueo, más conocida como la Relación de Pigafetta.

El contramaestre y piloto Francisco Albo, natural de la isla de Quíos (Grecia), escribió el Derrotero del viaje de Magallanes en demanda del Estrecho, desde el paraje del Cabo San Agustín donde a modo de cuaderno de bitácora reflejaba las observaciones, sobre todo astronómicas y de navegación, que iba haciendo.

A pesar de ser quien comandó la expedición hasta su regreso a Sevilla, Juan Sebastián Elcano ha quedado eclipsado por la figura de Magallanes. El Instituto Geográfico Vasco quiere rendir mediante este blog de bitácora un sencillo homenaje al marino vasco, natural de la villa costera de Getaria, y reivindicar su genialidad.

Los textos de Pigafetta y Albo servirán para recrear en tiempo real pero 500 años exactos más tarde lo que ocurrió en este viaje. Cuando la fecha coincida aparecerá una nueva entrada en el blog. De esta manera, el 10 de agosto de 2019 se publicará lo que escribió Pigafetta el 10 de agosto de 1519, día en que zarpó la flota de Sevilla hacia Sanlúcar.

Esperamos que disfrutes de este cuaderno de bitácora durante los tres años que durará nuestro viaje.

Fuentes utilizadas:

Relación de Pigafetta. En español se ha escogido la traducción editada por Federico Ruiz Morcuende en 1922, en inglés la obra The First Voyage Round the World traducida por Lord Stanley of Adlerley en 1874, y en euskera se ha traducido por el Instituto Geográfico Vasco.

Derrotero de Albo. El original, en español, se encuentra en el Archivo de Indias en Sevilla y se ha utilizado la transliteración de Cristóbal Bernal. En inglés y en euskera se han realizado las correspondientes traducciones a partir del documento anterior.

Mapa. Ha sido altruistamente cedido por Tomás Mazón Serrano autor de la excelente web rutaelcano.com, a quien agradecemos su desinteresada colaboración.

 
 

A pesar de ser quien comandó la expedición hasta su regreso a Sevilla, Juan Sebastián Elcano ha quedado eclipsado por la figura de Magallanes. El Instituto Geográfico Vasco quiere rendir mediante este blog de bitácora un sencillo homenaje al marino vasco, natural de la villa costera de Getaria, y reivindicar su genialidad.

Los textos de Pigafetta y Albo servirán para recrear en tiempo real pero 500 años exactos más tarde lo que ocurrió en este viaje. Cuando la fecha coincida aparecerá una nueva entrada en el blog. De esta manera, el 10 de agosto de 2019 se publicará lo que escribió Pigafetta el 10 de agosto de 1519, día en que zarpó la flota de Sevilla hacia Sanlúcar.

Esperamos que disfrutes de este cuaderno de bitácora durante los tres años que durará nuestro viaje.

Fuentes utilizadas:

Relación de Pigafetta. En español se ha escogido la traducción editada por Federico Ruiz Morcuende en 1922, en inglés la obra The First Voyage Round the World traducida por Lord Stanley of Adlerley en 1874, y en euskera se ha traducido por el Instituto Geográfico Vasco.

Derrotero de Albo. El original, en español, se encuentra en el Archivo de Indias en Sevilla y se ha utilizado la transliteración de Cristóbal Bernal. En inglés y en euskera se han realizado las correspondientes traducciones a partir del documento anterior.

Mapa. Ha sido altruistamente cedido por Tomás Mazón Serrano autor de la excelente web rutaelcano.com, a quien agradecemos su desinteresada colaboración.

 

El lunes 10 de agosto, día de San Lorenzo, del año antedicho, encontrándose la escuadra abastecida de todo lo necesario para el mar, demás de sus tripulaciones (éramos doscientos treinta y siete), nos aprestamos de buena mañana a salir del puerto de Sevilla, y con disparo de muchas salvas dimos el trinquete al viento. Y fuimos descendiendo por el río Betis, modernamente llamado Gadalcavir (sic), cruzando ante un lugar que nombran Gioan Dalfarax (sic), que era ya gran población bajo los moros, y cuyas dos riberas unía un puente -cortando ese camino del río hacia Sevilla- del cual llegaron hasta hoy, cubiertas por el agua, dos pilastras. Y son menester hombres que conozcan bien su sitio y ayuden al paso de las naves, para que no topen con aquellas; e importa también aviar cuando llega hasta allá la marea alta; y aun la busca de vericuetos, pues no tiene el río tanto fondo que admita embarcaciones muy cargadas o profundas. Después apareció otro lugar, que se llama Coria, dejando muchos otros al borde del río, hasta el alcance de un castillo del Duque de Medina Sidonia, el cual se llama San Lúcar, y es por donde se penetra en el Mar Océano -levante-poniente, con el cabo de San Vicente, que está a 37 grados de latitud y a unas 10 leguas-. De Sevilla, por el río, distaríamos ya como 17 ó 20. A los pocos días, apareció el capitán general, con los otros capitanes, navegando río abajo en las lanchas de las carabelas; y permanecimos allá muchos días aún, para terminar de armar muchas cosas que faltaban; y, en todos, bajábamos a tierra, para oír misa en un lugar que dicen Nuestra Señora de Barrameda, cerca de San Lúcar. Y, antes de la partida, el capitán general quiso que todos confesasen, y no consintió que ninguna mujer viniese en la armada, para mayor respeto.

El martes 20 de septiembre del mismo año partimos de ese lugar llamado San Lúcar, enfilando al Sudoeste, (...)

(...) y, antes de terminar el mes, el 26, arribamos a una isla de la Gran Canaria que se llama Tenerife, a 28 grados de latitud, para repostar carne, agua y leña. Anclamos allí tres días y medio, como provisión de la escuadra en dichas cosas; después, nos acercamos a otro puerto de la misma isla, Monte Rosso por nombre, tardando dos días. Sabrá Vuestra Ilustrísima Señoría que en aquellas islas de la Gran Canaria, que vienen una tras otra, no se encuentra ni una mala gota de agua que brote; sino que, al mediodía, se ve abajarse una nube del cielo, y circunda un enorme árbol que en aquella isla hay; destilando entonces sus hojas y ramas agua a placer. Y al pie de dicho árbol se dispuso como una cavidad a modo de fuente, donde el agua se alberga; con lo cual, los hombres que allá habitan y los animales -así domésticos como selváticos-, todos los días, de esta agua, y no de otra, abundantísimamente se saturan.

El lunes 3 de octubre, a medianoche, largamos velas en la dirección austral, engolfándose en el Mar Océano, pasando -en los 14 grados y medio- Cabo Verde y sus islas; y así navegamos muchas jornadas frente a la costa de la Guinea o Etiopía (en la que existe una montaña, que dicen Sierra Leona, por los 8 grados de latitud): con vientos contrarios, calmas y lluvias sin viento, hasta la línea equinoccial. Lloviendo sesenta días sin pausa, contra la opinión de los antiguos. Antes de alcanzar la línea, a 14 grados, muchos golpetazos de viento y corrientes de agua pusieron en peligro nuestra ruta. No pudiendo mantenerla sin que las naves peligraran -caladas las velas por completo-, capeábamos en tajamar una y otra vez, hasta que pasaba el turbión, que venía con furia. Cuando la lluvia, ni un soplo de viento; cuando sol, bonanza. Seguían el rastro de nuestras carabelas ciertos peces grandes, que se llaman tiburones, que tienen dientes terribles, y, si encuentran a un hombre en el mar, lo devoran. A arponazos cazábamos muchos, aunque no son buenos para comer, salvo los pequeños; y tampoco demasiado.

En cuyos avatares aparecía en más de una ocasión el Cuerpo Santo, esto es, Santo Elmo, como otra luz entre las nuestras sobre la noche oscurísima; y de tal esplendor cual antorcha ardiendo en la punta de la gabia; y permanecía dos horas, y aún más, con nosotros, para consuelo de los que nos quejábamos. Cuando esa bendita luz determinaba irse, permanecíamos medio cuarto de hora todos ciegos, implorando misericordia y realmente creyéndonos muertos ya. El mar amainó, de súbito.

Vi muchas clases de pájaros, entre los cuales uno que no tenía culo otro que, cuando la hembra quiere poner un huevo, lo pone sobre la espalda del macho, y allí se incuban. No tienen pies, y viven siempre en el mar. Los de otra especie viven del estiércol de los demás pájaros, y les basta: así, vi tantas veces a los tales, a quienes llaman cagassela, correr detrás de los otros pájaros, hasta el momento en que éstos se ven en la precisión de echar fuera su detritus; inmediatamente se apodera de él el perseguidor, y deja de perseguir. Vi, aún, muchos peces que volaban, y muchos otros agrupados juntos, que parecían una isla. Pasado que hubimos la línea equinoccial, hacia el mediodía, se perdió la referencia de la estrella polar; (...)

29/11/2019ALBO, 29-11-1519

Martes, a 29 días del mes de noviembre, comencé a tomar la altura del Sol, yendo en demanda del dicho viaje y estando en el paraje del Cabo de San Agustín, en altura [latitud] de 7º de la parte del Sur y apartados del dicho Cabo cosa de 27 leguas [1 legua marina = 5555,55 m] al Sudoeste.

(...) y, así, navegose con rumbo Sur-Suroeste hasta una tierra que se llama la Tierra del Verzin, en los 23 grados y medio del Polo Antártico, que es tierra del Cabo de San Agustín, que está en los 8 grados del mismo Polo; donde hicimos gran acopio de gallinas, patatas, piñas muy dulces -fruto verdaderamente el más gentil que haya-, carne de ánade como vaca, caña de azúcar y otras infinitas cosas, que dejo para no resultar prolijo. Por un anzuelo de pesca o un cuchillo daban cinco o seis gallinas; por un peine, un par de ánsares; por un espejo o unas tijeras, tanto pescado, que para diez hombres bastara; por un cencerro o una correa, un saco de patatas. Cuyas patatas saben, al comerlas, a castañas, y son largas como nabos. Y por un "rey de oros", que es una carta de la baraja, diéronme seis gallinas, con el temor, aún, de haberme engañado.

30/11/2019ALBO, 30-11-1519

Miércoles, 30 del dicho [mes], tomé el Sol en 76º y tenía de declinación 22º 59’, y la altura de polo fue 8º 59’, y el camino fue al Sursudoeste.

[Con el cuadrante, o el astrolabio, a la hora del mediodía, se toma el ángulo que forma el rayo de sol que pasa por dos pínulas o aberturas en la aguja del astrolabio graduado con la línea horizontal del mismo plano vertical del rayo (76º). Por otro lado, mediante tablas se conoce la declinación solar de cada uno de los 365 días del año, con un valor entre +23º27’ y -23º27’ (solsticios), pasando dos veces por 0º (sobre el ecuador, equinoccios). La latitud de un punto terrestre, o ángulo que forma la línea que pasa por ese punto y el centro terrestre, o centro del circulo ecuatorial, con la proyección vertical de la misma línea sobre el dicho circulo, es igual a 90º + áng. declinación (tabla, 22º 59’) áng. altura del Sol (76º) = 8º 59’ = 8º 59’ lat. Sur].

01/12/2019ALBO, 01-12-1519

A primero día del mes de diciembre, jueves, tuvo el Sol 78º de altura meridiana y 23º 4’ de declinación, y nuestro apartamiento [de la línea equinoccial o ecuador, latitud sur] 11º 4’, y el camino fue al Sursudoeste.

02/12/2019ALBO, 02-12-1519

Viernes, a 2 del dicho, tomé el Sol en 80º escasos, y tenía de declinación 23º 9’. Fue la altura 13º justos, y el camino fue al Sursudoeste.

03/12/2019ALBO, 03-12-1519

Sábado, a 3 del dicho, tomé el Sol en 82º 25’, el cual tenía de declinación 23º 13’, y nuestro apartamiento 14º 58’, y el camino fue al Sursudoeste.

04/12/2019ALBO, 04-12-1519

Domingo, 4 del dicho, tuvo el Sol de altura 83º y tenía de declinación 23º 17’, y vino a ser nuestro apartamiento 16º 17’, y el camino al Sursudoeste.

05/12/2019ALBO, 05-12-1519

Lunes, 5 del dicho mes, tomé el Sol en 84º escasos, el cual tuvo de declinación 23º 21’, y vino a ser nuestro apartamiento para el Sur 17º 13’, y el camino fue al Sudoeste 4ª al Sur.