07/04/2021PIGAFETTA, 07-04-1521

A mediodía del domingo 7 de abril, penetrábamos en el puerto de Zubu, rebasando muchos pequeños poblados con la mayoría de sus casas construidas sobre los árboles. Al acercarnos a la ciudad, ordenó el capitán general que se empavesaran las carabelas, medio arriose el trapo como en zafarrancho de combate y disparó las bombardas todas, con lo que se sembró el pánico por doquier. El capitán envió a uno de sus ayudantes con el intérprete como embajador cerca del rey de Zubu. Cuando éstos desembarcaron, encontráronse con una multitud agrupada en torno a su rey, temerosos de los bombardazos aún. Informoles el intérprete de ser éstas nuestras costumbres al llegar a semejantes sitios: disparar todas las bombardas en prenda de amistad y de honor al respectivo rey. Respiraron el citado y los suyos oyéndole e hizo aquél, que su edecán preguntase a los nuestros qué querían. Díjoles el intérprete que su señor era capitán del mayor rey y príncipe del mundo y que se empeñaba entonces en descubrir Maluco. Pero que, como había sabido de su renombre notable a través del rey de Mazana, le venía a visitar, así como a entregarle por vituallas, mercaderías.

Contestó que en buen hora era llegado, pero que era su uso que toda nave que se albergase en su puerto le pagara tributo y que no eran cuatro días que un junco de Ciama cargado de oro y de esclavos, se lo rindiese. En aseveración de cuyas palabras, señalole a un mercader de los de Ciama que había permanecido allí para seguir traficando en lo de los esclavos y el oro. El intérprete repuso que su señor, como capitán de tan gran rey, no pagaba tributo a rey alguno del orbe y que si quería paz, tendría paz y, si guerra, guerra. Entonces el mercader moro advirtió al rey: "Cata, raja, chiba"; o sea: "Atiende bien, señor... Estos son de los que conquistaron Calicut, Malaca y toda la India mayor. Si bien se les hace, hacen bien; si mal, mal y peor, como en Calicut y Malaca hicieron". El intérprete lo comprendió todo y pudo interrumpir con que el rey su señor era más potente en soldados y en navíos que el rey de Portugal y era rey de España y emperador de todos los cristianos y que, si se negaba a ser amigo suyo, enviaría en otra expedición a tanta gente que lo arrasarían todo. Otra cosa hablaba aún el moro con el rey. Entonces, éste dijo que se iba a aconsejar de los suyos y que contestaría en la jornada siguiente. Hizo servir un almuerzo con muchas viandas, carne en todos los platos -que eran de porcelana- y abundantes ánforas de vino. Luego de tal colación, los nuestros regresaron a dar cuenta de su embajada. El rey de Mazana, que después de este otro era el más importante y señoreaba diversas islas, bajó a tierra para explicar a su congénere la gran cortesía del capitán general.